16 Abr Las Guerras y el Corazón Humano

«Esto significa que todo el que pertenece a Cristo se ha convertido en una persona nueva. La vida antigua ha pasado; ¡una nueva vida ha comenzado!»
2 Corintios 5:17 NTV


Nadie quiere que haya guerras, sin embargo, en todo el mundo vuelven a surgir grandes y pequeños conflictos que provocan guerras y situaciones desesperantes. La ONU hace muchos esfuerzos para impedirlas, pero a veces no lo consigue. ¿Y por qué no? Porque en el fondo los hombres no cambian. La Escritura lo dice claramente: “De dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez” (Marcos 7:21-22).
Todas las guerras tienen su origen en el corazón humano. Mientras en éste no ocurra un cambio radical, los mejores esfuerzos o intenciones del hombre, no conseguirán hacer desaparecer las guerras.

No podemos cambiar la humanidad, pero en nuestra vida sí que puede ocurrir una transformación fundamental. ¿Cómo? Mediante la fe en el Salvador Jesucristo y el nuevo nacimiento.

Cierta vez, al conversar con un judío piadoso, el Señor Jesús dijo: “El que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios” (Juan 3:5). El agua se refiere a la Palabra de Dios, la que nos asegura que “de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16).

Cuando un ser humano cree esta afirmación, el Espíritu Santo crea una nueva vida en él, un “nuevo nacimiento”. Se trata de un nuevo comienzo con el Señor Jesús.

 

 

 

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